En el principio - 6.

  El rotundo comienzo:

 La mañana del sábado 9 de enero de 1993, mientras Jean-Claude Romand mataba a su mujer y a sus hijos, yo asistía con los míos a una reunión pedagógica en la escuela de Gabriel, nuestro hijo primogénito. Gabriel tenía cinco años, la edad de Antoine Romand. Luego fuimos a comer con mis padres, y Romand a casa de los suyos, a los que mató después de la comida. Pasé solo en mi estudio la tarde del sábado y el domingo, normalmente dedicados a la vida en común, porque estaba terminando un libro en el que trabajaba desde hacía un año: la biografía del novelista de ciencia ficción Philip K. Dick. El último capítulo contaba los días que había pasado en coma antes de morir. Terminé el martes por la tarde y el miércoles por la mañana leí el primer artículo de Liberátion dedicado al asunto Romand. 


  Le matin du samedi 9 janvier 1993, p
endant que Jean-Claude Romand tuait sa femme et ses enfants, j'assistais avec les miens à une réunion pédagogique à l'école de Gabriel, notre fils aîné. Il avait cinq ans, l'âge d'Antoine Romand. Nous sommes allés ensuite déjeuner chez mes parents et Romand chez les siens, qu'il a tués après le repas. J'ai passé seul dans mon studio l'après-midi du samedi et le dimanche, habituellement consacrés à la vie commune, car je terminais un livre auquel je travaillais depuis un an : la biographie du romancier de science-fiction Philip K. Dick. Le dernier chapitre racontait les journées qu'il a passées dans le coma avant de mourir. J'ai fini le mardi soir et le mercredi matin lu le premier article de Libération consacré à l'affaire Romand.

4 comentarios:

  1. Invita, invita a cavilar sobre lo que uno estaba haciendo la mañana del 9 de enero de 1993, ¿no? De primeras, quizá engañados por la reunión pedagógica del señor EC, lo propio es pensar en estar retomando las clases tras el parón de Navidad... ¡Pero era sábado! ¡Qué raritos estos franceses!

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  2. Jeje, ¡muy aguda tu observación! Pero el libro tiene truco: el 9 es el día en que se descubren los cuerpos, pero la fiesta tuvo lugar bastantes horas antes.

    ¡Muchas gracias por participar, Marta!

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    1. ¡Pues nos está engañando el señor Carrère! Se le habrá contagiado al hombre

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    2. ¡Como para fiarse de los novelistas! :p

      Eso sí, el efecto que consigue comparando una vida común con la del asesino es notable. Hacer cosas extraordinarias no es siempre necesariamente bueno, ya se ve.

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