Pu Songling - El naranjo


Liu Gong era de Shaanxi y ocupaba el cargo de magistrado en el distrito de Xinghua. Un día apareció por la magistratura un monje taoísta con un regalo: un arbolito diminuto plantado en una maceta también muy pequeña. El magistrado reparó en que era un naranjo; pero al verlo tan esmirado se negó a aceptarlo.

-Sé que este regalo no es digno de vuestro rango -dijo el monje-. Lo he traído para vuestra hija, para desearle felicidad y larga vida.

Como el magistrado tenía una hija que ese día cumplía siete años y estaba precisamente pensando qué regalo de cumpleaños podría hacerle, acepto con este fin el arbolito.

A la hija le gustó mucho el naranjo. Lo colocó en su habitación y desde ese día lo cuido con primor.

Cuando terminó el plazo de destino de su padre, el árbol había crecido
mucho y su tronco era ya grueso como un puño. Al magistrado le pareció demasiado incómodo de llevar y decidió dejarlo allí cuando emprendiera el viaje de traslado. La muchachita se abrazó a él llorando y no lograban que se soltara por más esfuerzos que hacían.

-No te preocupes, niña. Nos vamos por muy poco tiempo. En seguida volveremos -mintió una criada para convencerla.

La muchachita lo creyó. Pero como tenían miedo de que alguien fuera a llevarse la maceta con árbol y todo durante su ausencia, pidió a la criada que lo plantase al lado de las escaleras. La criada así lo hizo, y la niña partió contenta con sus padres.

Transcurrieron varios años. Liu Gong casó a su hija con un letrado de
apellido Zhuang. En el año 1646, el letrado aprobó el examen de palacio y fue nombrado magistrado del distrito de Xinghua. Su esposa se puso muy contenta al conocer la noticia, aunque albergaba muchas dudas en cuanto a la existencia del árbol dejado atrás hacía ya más de 10 años.

Pero al llegar a su punto de destino quedo asombrada al ver que el árbol era tan grande que su tronco apenas podía ser abarcado por diez personas con los brazos extendidos, y se maravilló aun más al observar la enorme cantidad de naranjas que colgaban de sus ramas. Preguntó a los funcionarios del lugar la causa de aquel portento.

-¡No nos lo explicamos! -le respondieron-. El árbol no ha parado de crecer desde que se fue el magistrado Liu Gong, pero nunca ha dado frutos. Esta es la primera vez que los da.

Durante los tres primeros años que estuvo allí destinado su marido, el naranjo no dejo de dar frutos. Pero al cuarto año no le salió ni una flor.

-Creo que nos queda poco tiempo de estar aquí -le dijo la mujer al magistrado.

Al llegar el otoño, el marido fue destituido de su cargo.




En Cuentos de Liao Zhai, Alianza Editorial, 2004

11 comentarios:

  1. Qué etéreos son estos orientales, oye. Una no sabe si enternecerse, buscar algo mágico y sublime, o quedarse como estaba ;)

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    1. Como diría el viejo Shakespeare, no temáis la grandeza. Pues eso, siempre es mejar buscar lo sublime. Otra cosa es encontrarlo, claro. :p

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  2. estos cuentos siempre dejan intranquila, ¿no?

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    1. Lo suscribo, sipi. ¡Gracias por compartirlo"

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  3. Preciosa la fusión entre la vida del árbol y la de esta niña-mujer. Me encantaría tener una planta con la que me identificara tanto
    Mª José

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    1. ¿Una planta horóscopo? ¡Qué miedo!, ¿no?

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    2. Todo depende de las habilidades del arbolito: si predice los resultados en la quiniela, lo queremos. Pero si va a ser solo en plan cenizo, entonces no nos interesa. La pregunta es, ¿estarían buenas esas naranjas?

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    3. A memoria das árbores (Xosé A. Neira Cruz)

      Cando Tano naceu, seu pai plantou no xardín a semente dunha árbore.

      -É unha árbore tropical. Chámase Baobab. Ha medrar canda ti. Será coma un irmán teu.

      Tano estaba adurmiñado no colo de súa nai e, daquela, non entendeu o que seu pai lle dicía. Aínda era moi pequeno.

      Pero a medida que foron pasando os anos, Tano empezou a comprender. Porque aquela árbore medrou e medrou. E tanto medrou que, de contado, lle pasou en altura mesmo aos pais. Foi así como Baobab se converteu no irmán maior de Tano.

      Cando Tano cumpriu cinco anos...

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  4. Anónimo dixo... La pregunta es, ¿estarían buenas esas naranjas?.

    Vexamos, segundo Carlos Casares, As laranxas máis laranxas de todas as laranxas, nacen dun limoeiro e estoupan. Coido que nin esas, nin as de Songling, han estar moi boas.

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