Algo más elaborada, y muy prometedora, es esa mermelada de ciruelas y frambuesas. Pero, ¡ojo!, aunque el traductor nos hurta el dato, en el original no habla de ciruelas ordinarias (plum) sino de

¿Y qué mejor compañera para la mermelada que la mantequilla?
Vaya, entonces, este apunte rigurosamente histórico. El secreto de una buena mantequilla casera reside batir bien la crema. Pues bien, en algunas residencias inglesas esa trabajosa labor la efectuaban... ¡perros! Aquí una imagen del ingenio que lo permitía:
Los perros 'turnspit' resultaban muy polivalentes. El origen del invento era el uso de esos chuchos para hacer girar el asado; pero
se aplicó también la idea para otros menesteres como preparar mantequilla o güisqui -hip-. El propio Shakespeare inmortalizó el rito; una malvada hechicera está a punto de convertir a un desdichado en perro sin rabo al que poner a girar la rueda (a curtal dog and made me turn i' the wheel).
Más que repertorio sano parece la cesta de Caperucita ;) Hummm... Aunque será todo sanísimo (y caserísimo) ya que estaba la señora abuela de la de rojo -si la cojo, añadiría el lobo- convaleciente.
ResponderEliminarAh, las abuelillas; marchamo de calidad. Un brindis por ellas.
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