Las abuelillas
siempre nos lo dijeron: ¡lo primero es la alimentación! Ese sabio consejo vale
tanto para tener un crecimiento adecuado en la infancia como para cometer un
magnicidio...
Estamos en Sarajevo,
y la ciudad está completamente alterada. Nada menos que el archiduque Francisco
Fernando, heredero al trono del imperio Austrohúngaro, está de visita en la
ciudad. La ocasión, pensaron en un grupo anarquista bosnio, es ideal para dar
un gran golpe y así reivindicar su deseo de independencia.
El plan fue
cuidadosamente preparado, pero la suerte no sonreía aquel día a los
terroristas: el primero de ellos, dejó pasar el coche principesco sin atreverse
a lanzar la bomba que tenía preparada. Un segundo conjurado logró arrojar su
artefacto, pero este rebotó en la capota y terminó explotando en el suelo,
hiriendo a algunos espectadores pero dejando ilesos a Francisco Fernando y a su
mujer, la duquesa Sofía.
Mal día para
atentar, pensó el más joven de los atacantes, Gavrilo Princip, que vio como el
vehículo oficial llegaba a lugar seguro. Bah, las penas con pan son
menos... Así que se fue a una tiendita
de bocadillos, la delicatesen de Schiller, recordando el viejo refrán de que
las penas con pan, son menos.
Mientras, en el
ayuntamiento, el archiduque estaba lógicamente enojado, ¡qué desastre de
seguridad! Vista la situación, decide cancelar la agenda de la tarde, solo irá
al hospital a ver cómo evolucionan los heridos.
Así, sube al coche y
se pone en ruta pero, ay, alguien no ha advertido al conductor del cambio de
ruta, así que el chófer sigue el recorrido previsto. Cuando es advertido de que
esa ruta no conduce al sanatorio, reduce la marcha para girar por una calle
pequeña, y, ¿dónde aparece?, justo donde Princip está apostado.
El anarquista no
desaprovecha su oportunidad de anotarse al libro de la Historia y de dos
certeros disparos acaba con la vida tanto del heredero como de su mujer.
Fracasa, sin
embargo, en su intento de suicidarse. Es detenido y juzgado. El calendario le
da un respiro: al ser, por quince días, menor de veinte años, no puede ser
condenado a muerte. En todo caso, no verá el final de la guerra que su atentado
inició: unos meses antes de que terminara con el hundimiento del imperio
Austrohúngaro moría en prisión.
Gavrilo Princip es
un personaje controvertido: un asesino para muchos, un héroe nacional para los yugoslavos.
¿Esto confirmaría esa teoría de algunos que dicen que si no es tu momento no es tu momento, y que si lo es acabará pasando de todas formas?
ResponderEliminarEl "non estaba de ser" y el "a tiña alí" de mi abuela.
ResponderEliminarIguales comentarios conocemos para la loteria - no la de la vida, en general, sino la de los bombos.
ResponderEliminarResulta fascinante esa teoría de la predestinación.
Pues si que estamos navideños, como señaló Sonia.
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