La cocina del club VI


  Bien se sabe que, a todo poeta, desde el siglo XVI, como bien dijo Baltasar del Alcázar, tres cosas le tienen preso / de amores el corazón / la bella Inés, el jamón / y berenjenas con queso.


 
  ¡Y no puede ocurrirle menos nuestra Berta!

  La poesía es en sí un alimento, que, por concentrado que esté, siempre resulta ligero y apetecible, ¡ñam! Esta sección de curiosidades gastronómicas tiene más sentido en novela que en poemarios, ¡pero somos contumaces!

  Aun así, podemos encontrar dos pinceladas alimentarias. En el poema 55, la poeta nos explica que:


......................... Deixei que a tartaruga
......................... me atravesase,
......................... que fixese do meu corpo
......................... alimento,
......................... que rematase
......................... o que ti comezaras.
 
Atención, pregunta, lectores, ¿qué representa esa tartaruga?

 Podríamos, claro, indicar aquí la receta de la sopa de ese quelonio, pero como nos cae bien, vaya esta coplilla desenfadada en compensación:





  Si saltamos al poema 71, nos encontramos con la rotura del espacio, el abismo insondable que separa el dolor de una madre que deja todo común cuidado embebida en sus cuitas, y el resentimiento de una amiga, que ensaya justificar en la culpa aquello que le sobrepasa:

......................... Túa nai ten os ollos fendidos
......................... e xa non me convida a merendar.
......................... 
......................... Por iso prometín
......................... que non había   
......................... deixar morrer aos meus fillos.

 Ni tiempo para la merienda más sencilla del mundo.
 


8 comentarios:

  1. Pan con chocolate: la merienda más sencilla ¡y de las mejores! ¿Quien no recuerda alguna merienda de su infancia así? MMMMMMMM

    ResponderEliminar
  2. Sonia, ¡pues sí! Aunque ahora no sé yo si los críos modernos aceptarían algo tan poco sofisticado y que no venga envuelto en mucho plástico.

    He visto que por aquí en ocasiones los peques toman queso con membrillo, ¿era eso habitual para vosotros?

    ResponderEliminar
  3. El mejor bocadillo del mundo era aquel de chorizo envuelto en papel "albal" que nos llevaba mi madre a la playa y que, cuando nos lo íbamos a comer... Hum... ¡Aquel pan bañado de salsa de chorizo!

    El queso con membrillo, sureño, es más bien un postre. Pero, efectivamente, en bocadillo es irresistible.

    ResponderEliminar
  4. Pues a mi me daban queso con membrillo, chorizo, y chocolate poco. Será por eso que no me llama mucho hoy en día el chocolate. Pero algo que recuerdo mucho eran bocatas de Tulipán con azúcar ¿alguien los ha probado alguna vez?...
    NP

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hey, NP, llevas razón, ¡yo también tomé algún bocadillo de esos que apuntas! Qué buenos recuerdos... Lo que no recuerdo, y supongo que pasaría, es que el azúcar crujiera al ser mordido; aquel Tulipán de nuestra infancia debía tener poderes mágicos que disolvieran los gránulos de azúcar... -- estoy casi por hacerme uno, ¿eh? :p

      Mt, creo que de peques íbamos a playas distintas, sip, ¡no tengo memoria de chorizo playero! Pero sí de otros bocadillos, que inevitablemente terminaban con granos de arena... y ahí el maldito Tulipán no hacía nada para evitarlo. :p

      En cualquier caso, ¿no era típico antes eso de añadirle una capa de margarina al bocadillo, fuera de lo que fuera? Costumbre que, creo, pasó a mejor vida. -- y que está bien...

      Lo del membrillo y el queso, pues, no sé... a mí no termina de convencerme... ¡y ahora que llueva sobre mí todos el menosprecio del foro! :P

      Eliminar
    2. Sí, Noelia, tienes razón. Ahora que lo mencionas, recuerdo que mi abuela nos hacía lo del tulipán con azúcar, pero untado en finas rebanadas de pan de bolla.

      Eliminar
    3. Anónimo 3 de marzo 2, no es queso con membrillo; es tetilla con membrillo.

      A ver si el problema va a estar en que lo intentas con mozarella. :)

      Eliminar
    4. Mt, Anda... Mira que si va a ser eso... Mi técnica culinaria era rellenar cada agujero de queso emmental con un cacho membrillo... ¡puede que ahí estuviera la raíz de la hendidura entre mi paladar y el gusto popular! :p

      Eliminar

¡Gracias por participar!