El rincón del creador

 
  Este es el espacio más creativo de todo nuestro blog. Iremos subiendo las aportaciones destacadas que nos vayáis remitiendo. Vale todo con tal de que sean producciones originales: narración, poesía, fotografía, pintura, bollería, globoflexia, peluquería canina, ópera, jardinería... 
   ¡Gracias por participar!







 Literuxío - No le mira, no le vé.

  Llaman a la puerta con insistencia, ¡Ya va, ya va! -se oye decir desde el otro lado- La puerta se abre, a la vez, que Jana la empuja con fuerza. Tengo prisa, he quedado con Loly! Pero, si acabas de llegar, contesta él. Mira, Edu, no tengo tiempo para aguantar tu verborrea romántica y lloricona. Es que me prometiste que íbamos a salir y que cenaríamos en un restaurante elegante. Me prometiste que querías disculparte por como me has estado tratando estos últimos meses. Edu, corta el rollo! Me voy que llego tarde. No me esperes despierto! ¡Jana, no te vayas! Se oye el golpe seco de un portazo. Se hace el silencio, Edu, está triste y confuso. Cree que Jana ya no le ama. Pero, su corazón palpita sin cesar cada vez que pronuncia su nombre.
 

  Es medianoche. Se vé a Jana bajar de un coche y de como el hombre que le acompaña la despide con un beso en los labios. Sus pasos son inciertos; parece que ha bebido más de la cuenta, no acierta a encontrar las llaves en su bolso. Abre la puerta con dificultad, se oye el chirriar de la misma. La cierra despacio para no despertar a Edu. Pero, él no ha pegado ojo en toda la noche. La ha estado esperando despierto. Mientras, ella, se está desvistiendo; se oye una vocecita que le saluda: Buenas noches, cariño! Los ojos de Jana se abren como dos platos. Pero, tú qué haces aún despierto!? Te he esperado despierto, cariño! No podía conciliar el sueño sin ti a mi lado. Anda, échate a un lado que quiero dormir. No me das un beso de buenas noches!? Estoy muy cansada; es la contestación que recibe.
 

  Desde hace unos meses, Jana, viene actuando con Edu de un modo indiferente. No lo mira. Solo la pone nerviosa; porque se muestra muy pesado con sus "mira, quería decirte..", a lo que ella contesta:"ahora no tengo tiempo de hablar contigo, he quedado". Así lleva varios meses eludiendo a Edu. Una noche harto de las evasivas de Jana; le dijo que necesitaba hablar con ella, que era urgente que ya no podía más. No tengo tiempo para cotilleos! He quedado a cenar y tengo prisa! Hablamos después a la vuelta te lo prometo! No! no soporto más tu indiferencia, tu altivez, tu desdén hacia mí. Ya no quiero hablar contigo! Vete y no vuelvas! con la misma altivez e indiferencia salió por aquella puerta sin mostrar el más mínimo afecto.






Berros - Literuxío

Afastáronna de súa nai. Ela ficou dentro do carro bruando o nome de súa filla, aterrorizada. Barrufaron o seu carro dun líquido noxento; prendéronlle lume. A súa filla, esgazada pola separación; choraba desconsolada. Correu cara á súa nai, mais, non chegou a tempo: unha bala acadou á súa cabeza
.





Un cadro familiar - Literuxío


Ela atendendo a súa filla; a miña filla xogando coa súa filla; a súa nai na cociña, e eu no soportal ollando a escena. O resultado, para a miña sorpresa, era un cadro familiar. Tiven unha sensación estraña; eu sentía que aquel cadro era o segredo máis íntimo que nunca contara a ninguén; nin sequera a min mesmo.


 



O longo adeus - Morriña D'Abondo

No mirar a los mapas, seguir en mí mismo,  
no andar ciertas calles,  
olvidar que fue mío una vez cierto libro”  

Silvio Rodríguez


Esgotaranse os días
e finalmente as horas;
e no último segundo,
coa morte do feble roce,
nacerá un longo adeus.

Pois o silencio das vías
traerá as palabras mornas;
mudas manchas negras
resoando contra o cristal,
ecos de sons cálidos
raptados polo tempo.

As escumas quentes
reclamarán a pel núa
e a alongada sombra

ficará sen sur.

E vencerá o silencio
ó ronsel de prata,
derradeiro alento
dun calmo adeus.







Unha bala - Literuxío

Atopábame metido nun autobús, no que había máis xente; a calor era insoportable. Co camiño pedregoso e cheo de curvas os bambeos constantes non te daban acougo, e aínda menos, disfrutar das paisaxes selváticas e coloridas do lugar. Ata que vin coma unha bala voaba en dirección a miña cachola. De súpeto, espertei en suores fríos e latexos acorantes.








Un baile - Literuxío

La encontraron muerta, en un descampado. No lejos de la universidad donde estudiaba unos chicos paseando por los alrededores del campus universitario. Los resultados de la autopsia apuntaban a una posible intoxicación por drogas. Eso dicen los periódicos, los informativos del mediodía, las radios, las redes sociales...etc. Pero, ¿quién era ella?: Vivía en el centro de la ciudad, era joven, cursaba el último año de carrera. Estudiaba literatura gallega. Le apasionaba Rosalía de Castro y además un chico que había conocido en una verbena a la que había asistido con un grupo de amigas. Se acercó a Raquel, así se llamaba ella, y le pidió un baile. Raquel asintió encantada. Rafa, así se llamaba él; bailaba muy bien. Raquel había conocido a otros chicos, pero éste tenía algo especial. Al bailar; la sujetaba con fuerza; la llevaba; la dirigía. Sus ojos brillaban intensamente. Se había enamorado; no sabía como explicarlo. Al cabo de unas horas ya estaba perdídamente enganchada a aquel chico. Había sido un flechazo en toda regla.
La invitó a tomar unas copas. Se había olvidado que viniera a la verbena con un grupo de amigas. Él qué era un seductor le propuso tomar la última copa en su casa. Ella estuvo de acuerdo. El era fuerte, decidido, seguro de sí mismo y eso a ella le gustaba, le chiflaba. Estaba como si hubiese bebido una copa de más.
He guardado para el final -le dijo él- algo que te va a chiflar aún más que las copas de vino. Abrió una bolsita; de la que salió un polvillo blanco. Acercó la nariz al polvillo y lo esnifó. Ahora, tú -le dijo-. Raquel se puso un poco nerviosa, sin embargo lo veía tan seguro de sí mismo que sin pensarlo más le imitó. Se sentía rara; como si estuviese flotando. En ese instante llamaron a la puerta. Era Pichi, un amigo de Rafa. Oye chaval quiero que me vendas un poco de esa coca. La necesito ya si no reviento. El Rafa le vendió unos gramos. Pero éste vió que había una chavala tirada en el sofá que movía los ojos hacia los lados. ¡Oye, traes una tía a tú casa y no me dices nada, cabrón! Mira, Pichi, -le dice el Rafa- me la voy a tirar. Si quieres la compartimos, pero luego te vas. ¡ Vale, vale!

Se acercan a Raquel. Empiezan a desnudarla, a besuquearla. Ella se resiste, pero no tiene fuerzas; se siente que está flotando. Todo le da vueltas. Siente que en la habitación hay más de un hombre; que la están manoseando, pero todo está muy lejos. Le cae encima del cuerpo y de la cara un líquido viscoso y blanquecino. Le dicen que vuelva a aspirar por la nariz. Lo hace, pero esta vez ya no despierta; cae al suelo como si fuese un peso muerto. ¡Oye, chaval, hay que sacarla de aquí! El Rafa estaba aturdido, sin embargo, le da la razón. La meten en el coche; estirada en los asientos traseros y sujeto su cuerpo con cuerdas la abandonan en un descampado. El Rafa se la queda mirando un rato. ¡No querrás que nos pille la pasma! Dio media vuelta, se metió en el coche y ya no volvió a mirar para atrás.






Cartas de A-l-mor - Literuxío


Un pequeño secreto

Hola Catherine! Quiero contarte un pequeño secreto que siempre he tenido guardado en mi cofrecillo. Cada vez que te veo con él me ruborizo; siento vergüenza de mi acto, pero creo que no tengo porque sentirme culpable ni avergonzado. Esta es nuestra pequeña historia. Nuestra historia de amor. ¡Cómo en las grandes novelas!
Ayer tuve que ir a buscar a mi hijo al colegio. Le veo contento, me cuenta que tiene unos profesores muy simpáticos y que sus compañeros de clase son todo menos aburridos, vamos, ¡Qué se lo pasa pipa!
Catherine, si tú supieras cuantos deseos tengo de verte...


Conversar contigo

Hola, Ly. Estos días he pensado mucho en nosotros, tanto que apenas he dormido. A veces, pienso que entre nosotros hay algo que no nos deja acercarnos el uno al otro. Me pregunto si esto le ocurrirá a todo el mundo. Aye te esperé impacientemente, que verte; conversar contigo. Y ocurrió que si nos vimos que conversamos. Pero, fue al querer traspasar ese umbral que tú me rechazaste. Me despedí de ti con la esperanza de volver a verte y desde entonces no hago más que preguntarme por qué aquella noche al pié de tu casa me rehusaste. Quizá lo nuestro no deba ir más allá. Seremos buenos amigos, ¿Qué te parece? O bien, yo no deba precipitarme y darle tiempo a lo nuestro. Tú, ¿Qué piensas?



El coraje de decírtelo.

...No sé como decírtelo Lena, pero, también me doy cuenta que tengo que tener el coraje de decírtelo. Estoy cansado, agotado de ser tan insistente, de estar tan enamorado de ti y de que tú no me correspondas; de que estés tonteando con otros para ponerme celoso porque eso te divierte. Yo ya me he cansado de sufrir en silencio tus burlas, de estar obsesionado contigo todo el día. Me he preguntado, Lena, qué fue lo que hizo que yo me enamorase de ti. Recuerdo aquella tarde en la que tú y yo nos encontramos. Tú estabas echando la vista a una tienda de regalos me acerqué y con descaro te dije que aquello que escogieras yo te lo regalaría. Me dijiste que querías la luna. Tú ironía consiguió que nos riéramos al unísono. Así fue como yo me enamoré de ti: me hiciste reír. Sin embargo, la historia se acabó ahí. Pero yo no quise que terminase y me obsesioné contigo. Te perseguía a todas partes; me ponía celoso de tus amigos y amigas. Te veía alegre con ellos y pensaba que te burlabas de mí. Pero no, tú no te reías de mí eran mis fantasías...Adiós, Lena.


Gestos forzados.

...El otro día Ly, te acompañé hasta la puerta de tu casa, ¿Recuerdas? Y en el trayecto fuimos conversando de nuestras cosas. Pero, siempre que llega el momento de hablar de aquello que más me importa callamos. Se hace el silencio. Tú te despides con un adiós lacónico y yo me quedo mirando para ti como un tonto enamorado. Me doy cuenta Ly que esta relación no debe continuar. Demasiados silencios; demasiados gestos forzados; demasiados temores; demasiados celos. Pareciera que entre nosotros una muralla nos separa. Un muro imposible de franquear. Me pregunto si con eso se puede convivir...








Paraíso - Morriña D'Abondo

Ela construíu un paraíso á súa medida.
Sen música,
      sen palabras,
           sen ruído.
Unha nube de silencio na azotea dun rañaceos de cristal.


Cunha coiraza de chumbo e palla
protexeu a súa pel da luz toldada dos últimos días.
                    Da calor.
                        Do tempo.


Daquela,
        nada puido alterar a súa fermosura branca e fría.
        Esa harmonía amarga
                       do seu salgado corpo nu.


Invocou, sen dramas, ao esquecemento;
       e rompendo o feitizo do ocre,
             dos contrastes de luz e sombras nos atardeceres na alcazaba,
                                      e do rítmico acariñar das ondas
                                                   nas puntas dos pés,
conseguiu disfrazar de indiferenza a debilidade.


                            E,
                            á fin,
                            tentada pola morna dozura da morte,
danzou cos ollos pechos ás portas do abismo.
                            Ancorada á terra
                                  pola cálida brisa que vén do sur. 






O lado amable de Ulla - Morriña D'Abondo







Un secuestro - Literuxío

Sí, contabas tres anos o día ca eu te apartei do regazo da túa nai. Cavileino durante un ano que ti tiñas que ser para min. O ano, precisamente, no que eu traballei para túa nai coma asistenta. Sí, eu era a asistenta da túa nai. Cando me amosaba a súa filliña fermosa que sostiña no seu colo, e coma lle escorregaban as bágoas da ledicia de ser nai; dábame tanta envexa que non o aturaba.
Maquinei que tíñate que ter, que me pertencías. Quén te coidaba, quen te agarimaba, quen te borboriñaba cando a túa nai íase a traballar? Eu, eu era a túa nai naqueles intres. Eu te lavaba, te limpaba, te paseaba. De xeito que te quixen ter só para min. Penseino moito, moito, si, moito. Ela chegaba do traballo e ti lle chorabas, botábaste a chorar, ¿Por qué, por qué? Porque para ti a túa nai xa te era unha estraña. Si, si, xa non a recoñecías. Eu decateime, e daquela, fixen todo o que cumpría para te levar comigo; lonxe da túa nai. Porque xa non era a túa nai, ¿entendes? Non, xa non o era. Foi un día de moita chuvieira. Coidei que lle tiña que deixar a túa nai unha nota na que lle explicaba porque ti xa non querías estar a súa beira. O feito de lle deixar a nota sesegábame. Confirmábame que ti querías estar ó meu carón.
Sentín unha satisfacción cando pechei a porta; nunca máis volveriamos ver a túa nai. Logo as cousas torcéronse: ti desobedecíasme; non querías facer nada: nin limpar, nin fregar, nin lavar..Cando chegaba do traballo atopaba a casa chea de merda por doquier; e ti alí sempre naquel recuncho a bagoar, a bagoar e bagoar e non parabas malia eu te zoupaba. Estábasme a volver tola. Non entedía coma unha filla pode desobedecer a súa nai. Non, non o entendía. A casa sempre desfeita, enguedellada, desordenada e chea de lorda. Ti cheirabas que apestabas e a túa pelica escomenzaba a se infectar dos bichos e da lorda que invadían a casa. Si é certo aquela casa semellaba desleixada, Trabuqueime contigo, rapaza, trabuqueime. Un día no que alborexaba a mañanciña, atopeite morta. Rapaza que ía a facer contigo; non me comías nadiña.
A túa morte foi para min unha liberación. Xa non tiña que escoitar eses saloucos iracundos que me ían a volver tola. Nin tampouco que te zurregar. Agora esstou máis contenta contigo, porque non me das que facer.







Nenos desterrados - Literuxío

Navegaba sobre as ondas mariñas nas que a miña imaxe víase reflexada e deformada pola inercia das augas. Logo, máis adiante xa non era a miña imaxe o que oboiaba naquelas augas quedas; senón os corpos sen vida de recén nados: un detrás doutro ían formando a figura dunha serpe monstruosa. Fiquei perante un intre perplexo e estarrecido; non acababa de me crer o que estaba a presenciar; a morte no seu estado máis arrepiante: nenos abortados, asasinados, esnaquizados, deformados.
Quixen saber quen eran os asasinos do futuro do home, mais, revirei a miña barcarola. Xa non podía ollar para a tona do mar, só vía para adiante e co arelo imperioso de poder apertar ós meus fillos e a miña muller.
Cheguei esgotado, mais cheguei. Quixen esquecer o que ollaran os meus ollos naquel lugar; mais as imaxes abourábanme todo o día e toda a noite.
Xulia, a miña muller, decatouse da miña inquedanza, daquela interpeloume: ¿Qué te pasa, Xoan? Te vexo abstraído, inquedo, desganado...De súpeto, Xoan saiu do seu silencio xordo. Xulia, téñote que contar o que me aconteceu o outro día que saíra a navegar polo rio na barcarola: atopei aboiando nas augas do rio unha fileira de nenos recén nados. E,qué fixestes? Pois, amedoñeime..non puiden soportar aquel horror. Xa Xoan, o que me queres dicir e que non aturaches ca eu finalmete decidira abortar.Ti querías outro fillo, mais eu te dixen que xa chegaba cos que tiñamos e ti toleaches; non puideches soportar ca eu me negara a ter aquel fillo. Aceptáchelo, si, mais o teu roibén corazón non o aceptou; e agora, bótasmo en cara.






El último ferrocarril - Noelia Paz

Vedugo insaciable  con su espada de acero
Devoras en tu garganta amantes etéreos 
disfrazando de eterno  sus destinos furtivos
contoneando exhausto tu hocico encendido

Plomizo cabalgar entre vapores y fuego
Férreo peregrinar,  serpenteante  alimaña
un niño ausente, se escucha tu aullido
afilas las garras sobre esqueletos de espinos

El rugir moribundo de la noche escarpada,
Tirana luz  que pretende tu dorso plomizo
imberbes amores  murmuran  en tu oído
y apoyan sus caras en tu mirada escarchada

Andén ausente de abrazos, mercenario sin destino
dilatados encuentros para un frío escenario
 ¡escúpenos  los cuerpos o en duelo serás vestido!
¡ni la clemencia del recuerdo!, ¡abatido por el olvido!


 




PlataformaMorriña D'Abondo


Daquela, os domingos de cine,  colliamos o tren no apeadeiro da Picota. Nós chegabamos  en menos de tres minutos,  escalando a empinadísima costa dos canastros. Helena e Fabio partían da Esfarrapada,  ¡perdón!, da rúa Prata. Xurxo atravesaba o Carrascal.

Agardabamos impacientes uns polos outros na plataforma. ¿Que facer se aparecía o tren antes de estar todos?   ¿Marchar?...¿Esperar?...  Entón non había whatsapp, non tiñamos teléfonos móbiles, polo que a nosa amizade estaba aderezada cunha agridoce incerteza.

Se chovía iámonos amoreando na exigua marquesiña  e, os demais futuros pasaxeiros,  víanse forzados a aturar o noso balbordo:  a leria incesante de cinco adolescentes alporizados.

Chegado o tren a correcta elección do vagón convertíase nunha prioridade. Tentabamos viaxar a Vigo de balde,  polo que o noso obxectivo era despistar ao revisor. Eramos tan pillabáns que cambiabamos de vagón en Redondela-estación e, ás veces, incluso unha vez máis en Chapela. Todo por aforrar as pouco máis de cen pesetas  que logo investiríamos en lambetadas.

Os asentos do  TRD semellaban  deseñados para nós. A súa pequena mobilidade permitía que,  ao mesmo tempo  que os dous “tortolitos”  permanecían illados,  os outros tres  sentáramos  xuntos, aínda que un tivera que viaxar no sentido contrario á marcha do tren.

O traxecto, de apenas 15 minutos,  era unha auténtica delicia. Unha  impresionante vista aérea da vila de Redondela seguida dun fermoso paseo a carón do mar:  A Portela, a enseada de San Simón, o estreito de Rande… ; e unha moi boa  oportunidade para poñérmonos  ao día dos últimos contos e para  rir ás agachadas dos aloumiños de Fabio e Iolanda.



Unha vez na cidade corriamos rebuldeiros cara ao cine “Plata”,  onde nos agardaban Indiana Jones, Os Cazafantasmas ou  Michael  J. Fox e as súas viaxes no tempo.






Viaxar - Literuxío


Viaxar por viaxar, nun tren.
Viaxar polo pracer de viaxar.
Viaxar para disfrutar das paixases.
Viaxar polo pracer da conversa.
Viaxar polas tentacións
dun encontro cunha muller.
Viaxar para reflexionar.
Viaxar para ler un bo libro.
Viaxar para escribir,
un bo poema ou
un bo relato; xa non existe.
Agora, só arelamos
este novo modo de vida
vertixinoso; tecnolóxico; supersónico.





A morte muda - Literuxío

Atopábaste
na habitación contigua;
cando escoitaches
como uns homes derrubaban
a porta de entrada.
Escoitaches
que a túa nai
berraba encolerizada
contra aqueles bárbaros.
Escoitaches
como lles ameazaba.
Escoitaches
como ela loitaba impotente
contra aqueles
que a maniataban.
Escoitaches,
un berro esgazador
un brado ensordecedor
un, ¡Noo!, ¡Nooo!, ¡Noooo...!
Escoitaches
por derradeira vez;
un golpe seco e un bruído
que semellaba un disparo.
Escoitaches
como aqueles homes
fuxían espaventados.
Abriches moi de vagar
a porta do cuarto da túa nai
e alí atopaches un corpo
que non se bulía
que non contestaba
que xa non falaba.
Alí atopaches
a gorxa profunda
da dor e da morte muda.





Coñeces esa sensación? - Fanny

Seguro que si; non hai ser humano sobre isto que chamamos Planeta Terra que non a sentira, polo menos unha vez na súa vida. É algo... agradable. Non, aínda máis: placenteiro. Non, non! Aínda máis! É gozo en estado puro. 

Primeiro sintes como polo teu corpo se extende unha sensación deliciosamente incómoda, algo así como unhas lixeiras cóxegas internas , que se intensifica ata xuntarse no punto central do teu corpo, como enerxía acumulándose. A pel ponse en alerta, os poros péchanse e contráense, endurécense os pezóns; as extremidades sofren os movementos rítmicos provocados polo inminente espasmo. Todo se contrae e...

De súpeto, toda esa enerxía vese liberada pola máis extrema das sacudidas, que te transporta ata o mesmísimo nirvana; os xeonllos aprétanse, as costas encórvanse,os dedos agarrótanse e crávanse no primeiro que atopan. 

E logo...

AAACHIIISSSS!!!!

Bendecide, oh deuses, ós catarros. Só con eles podemos experimentar a satisfacción de esbirrar despois dun extraordinariamente intenso e perfecto calafrío.







Dona Agripina Catarro Grande. Colleita do 36, logo pequena e esmirrada. Muller dunha sensibilidade extrema cara á poeira, os ácaros, a humidade, os produtos apícolas e avícolas, o peixe, a luz do luscofusco e os dramas televisivos dos seráns de domingo. Adicta á misa diaria e a rosarios, adoración nocturna, retiros espirituais, novenas e procesións varias dende que na década dos cincuenta un diácono, gris máis cun aquel, lle administrara ilegalmente o sacramento da confesión. Empurrada anos despois, por unha bibliotecaria aguda e suasoria, á dependencia de lecturas "pouco recomendábeis", ¡¡INCONFESÁBEIS!!, para unha dona da súa idade, condición e credo. Sorprendida pola morte, disfrazada de forte acceso de tose, un venres de coresma mentres gozaba, tras a pesada misa e a lixeira cea, da secreta lectura dun gastado exemplar de Madame Bovary.

  ¡Pobre Srta. Catarro! ¡Os seus vicios levárona á cova!














¿Cómo se llamaba aquel cine, María? Aquel en el que nos moríamos de frío a pesar de conservar puestos bufanda, guantes, gorro y chaquetón; aquel al que juraste no volver el día en que una rata, moradora presentida de aquella cueva , atravesó velozmente la pantalla mientras Gérard Depardieu, Cyrano herido de muerte, recitaba: “No, amor mío, jamás os he amado”. Volvimos, María, volvimos decenas de veces; miércoles tras miércoles; día del espectador. Y yo, protegido por la oscura complicidad de aquella húmeda y polvorienta sala compostelana, espiaba a Laura; a la dulce Laura; a la dulce Laura de Alejandro, mi amigo. Recuerdo su rostro, su rostro emocionado tenuemente iluminado por la luz de la pantalla. Y recuerdo a Jeremy Irons, dibujando sombras rojas alrededor de sus ojos; y sus cuidadas uñas escarlata; y el pequeño y mortal espejo entre sus manos. Fue entonces cuando supe que la amaba; y que la amaría eternamente; y que el capullo de Alejandro le haría daño; y que se separarían, alejándome de ella para siempre. Y fue entonces cuando no le susurre: te quiero; cuando no seque sus lágrimas con mis torpes dedos; cuando le ofrecí aquel “chupe Kojak” de cola que la hizo sonreír.

El nombre de aquel cine, María, es lo único que no recuerdo.
















Asomarse una sombra - Literuxío
 

Es un chico de 13 años, Se llama Michael. Hoy tiene que ver a su padre. Él no quiere verle. Le aterra, le produce escalofríos la sola idea de imaginarse a su lado. Le suplica que no deje que su padre se lo lleve. Ella le responde que no puede evitarlo, pero -llámame si necesitas hablar conmigo, hijo-.
Cabizbajo, con el cuerpo encorvado entra en el coche de su padre. Este ni le mira al saludarle. Durante el trayecto no se hablan, no se miran sólo hay entre ellos un silencio duro como el hielo. Un escueto -ya llegamos- de su padre le indica el lugar en el que va a estar durante dos eternos días. No se ha olvidado de su tablet, la lleva en su mochila; si tiene que hablar con su madre se comunicará por la tablet.
No quiere hablar con su padre. Le da miedo, le aterra. En la última visita lo encerró en la habitación sin nada más que un vaso de agua porque lo encontró hablando con su madre por la tablet. -Mientras estés conmigo no hablarás con tu madre-; le vociferó su padre. Literalmente enmudeció, Su boca quedó sellada. Le prohibía hablar con su madre. Lo odiaba, lo detestaba, le resultaba insoportable.
Encerrado en su habitación, a veces, oía sus pasos. Entonces miraba hacia la puerta. Por la ranura de la misma veía asomarse una sombra que ora se empequeñecía ora se agrandaba. Esa sombra le producía escalofríos. La sombra de su padre lo aplastaba. 










 
Partido en dos - Literuxío


Van de la mano padre e hijo, están cruzando un puente. Una especie de temblor de tierra los separa. El padre llama por su hijo desesperadamente, su rostro se comprime, se agita. Grita su nombre hasta la extenuación: ¡ John, Joohn, Jooohn..!
Su hijo cae por la pendiente del puente, partido en dos. En llantos agrios y amargos; con temblores en todo su cuerpo repite incesantemente el nombre de su padre. Que para él es simplemente: ¡ Papá, papáaa, papáaaaa..! ¡ No te vayas, no me dejes solo! ¡ Sálvame, sálvame papá ! Su padre viendo aterrado como su hijo se despeña por aquel puente, al vacío. Grita de impotencia: ¡ No, noo, nooo, noooo..! Y en un llanto desolado, mirando hacia el cielo con la voz entrecortada logra balbucir: ¡ Hijo mío, yo siempre te he querido !







Anochecer - Morriña D'Abondo


19 comentarios:

  1. Jejeje
    Xenial, Fanny.¡Encantoume!
    Como dominas a arte do engano e o engado. Das palabras con dobre fío.

    ResponderEliminar
  2. Fantástico todo ese esfuerzo y entusiasmo compartido.

    Cuánto talento hay repartido por el mundo.... ;)

    ¡A seguir así, chicos!

    Gracias todos.

    ResponderEliminar
  3. Gracias por compartilo, Noelia

    Un andén sin abrazos! ¡Desolador!

    ResponderEliminar
  4. Un secuestro.


    Sí, contabas tres anos o día ca eu te apartei do regazo da túa nai. Cavileino durante un ano que ti tiñas que ser para min. O ano, precisamente, no que eu traballei para túa nai coma asistenta. Sí, eu era a asistenta da túa nai. Cando me amosaba a súa filliña fermosa que sostiña no seu colo, e coma lle escorregaban as bágoas da ledicia de ser nai; dábame tanta envexa que non o aturaba.
    Maquinei que tíñate que ter, que me pertencías. Quén te coidaba, quen te agarimaba, quen te borboriñaba cando a túa nai íase a traballar? Eu, eu era a túa nai naqueles intres. Eu te lavaba, te limpaba, te paseaba. De xeito que te quixen ter só para min. Penseino moito, moito, si, moito. Ela chegaba do traballo e ti lle chorabas, botábaste a chorar, ¿Por qué, por qué? Porque para ti a túa nai xa te era unha estraña. Si, si, xa non a recoñecías. Eu decateime, e daquela, fixen todo o que cumpría para te levar comigo; lonxe da túa nai. Porque xa non era a túa nai, ¿entendes? Non, xa non o era. Foi un día de moita chuvieira. Coidei que lle tiña que deixar a túa nai unha nota na que lle explicaba porque ti xa non querías estar a súa beira. O feito de lle deixar a nota sesegábame. Confirmábame que ti querías estar ó meu carón.
    Sentín unha satisfacción cando pechei a porta; nunca máis volveriamos ver a túa nai. Logo as cousas torcéronse: ti desobedecíasme; non querías facer nada: nin limpar, nin fregar, nin lavar..Cando chegaba do traballo atopaba a casa chea de merda por doquier; e ti alí sempre naquel recuncho a bagoar, a bagoar e bagoar e non parabas malia eu te zoupaba. Estábasme a volver tola. Non entedía coma unha filla pode desobedecer a súa nai. Non, non o entendía. A casa sempre desfeita, enguedellada, desordenada e chea de lorda. Ti cheirabas que apestabas e a túa pelica escomenzaba a se infectar dos bichos e da lorda que invadían a casa. Si é certo aquela casa semellaba desleixada, Trabuqueime contigo, rapaza, trabuqueime. Un día no que alborexaba a mañanciña, atopeite morta. Rapaza que ía a facer contigo; non me comías nadiña.
    A túa morte foi para min unha liberación. Xa non tiña que escoitar eses saloucos iracundos que me ían a volver tola. Nin tampouco que te zurregar. Agora esstou máis contenta contigo, porque non me das que facer.

    ResponderEliminar
  5. ¡Muchas gracias,
    Literuxío.

    Como siempre, relatos llenos de sensibilidad y sentimiento que nos invitan a todos a reflexionar sobre cómó nuestra sociedad descuida a sus miembros más débiles.

    A seguir trabajando así de bien.

    ResponderEliminar
  6. Noraboa, Literluxio, pola túa capacidade para converter en literatura temas crus de actualidade.

    ResponderEliminar
  7. O segundo relato é estupendo, Literluxio. Canto máis o leo, máis me gusta.¡Que habilidade para inquietar ao lector!

    A imaxe onírica incial que resulta nos ser tal, a forma en que consegues que a personalidade do protagonista se desbobre co cambio de narrador... ¡Maxistral!

    Grazas por compartilo con nós.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Grazas polas vosas opinións e comentarios cos que se enriquece a miña escrita.

      Eliminar
  8. Coma sempre, Literuxio, atinando no centro da diana.

    ¡Que complicadas son ás veces as relacións humanas!

    ResponderEliminar
  9. Mi cuerpo


    Cuál es la raíz de este dolor
    que tengo en mi cuerpo?
    Es un dolor ignoto,
    misterioso,vacío.
    Es un dolor de amor,
    un dolor extraño,
    íntimo, secreto.
    Es un dolor agujereado.
    Sin este dolor
    me encuentro solo;
    no soy nada
    me quiero morir.
    Arrancarme la piel a cachos.
    Cortarme el cuerpo
    de lado a lado es lo único
    que me hace sentir.


    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Vbrante, Literuxio! Y, además, muy en la línea de nuestra Berta; es un hermoso honenaje a su estilo. Muchas gracias por regalarnos ese poema.

      De momento, lo dejamos aquí abajo, estamos pendiente de que haya alguno más y creamos un apartadito especial en las páginas dedicas a Raíz da fenda con vuestras aportaciones.

      ¡Muchas gracias a todos!

      Eliminar
    2. "Sin este dolor
      me encuentro solo"

      Lúcido, hermoso y reconfortante sentimiento.

      Gracias.

      Eliminar
  10. Un impulso violento.


    ...Sabía que tenía que atajar de raíz aquel problema; no podía quedarme allí sentado como si nada hubiese ocurrido. Lo sucedido aquel día fue, ¿Cómo lo diría? : Un horror; atroz e inhumano.
    Éramos un grupo de cuatro chicos y cinco chicas. Estudiábamos todos en el mismo insti. Recuerdo que Carlos me contara que Laura iba a celebrar su cumpleaños en el mes de Junio. Así que nos pusimos "manos a la obra" y fuimos juntando un dinero con el objeto de hacerle un regalo conjunto. Un regalo de todos; que tuviese el significado de lo unidos que estábamos.
    Entre todos habíamos reunido el dinero suficiente para regalarle un móvil de última generación.
    Llegó el día del cumpleaños de Laura, -un cinco de junio-. Le tarareamos el cumpleaños feliz alrededor de una gigante tarta. Abrió el regalo, le encantó; nos dió un beso a cada uno entusiamada y emocionada como estaba. Cantamos, bebimos, bailamos. Nos reímos a carcajada limpia de los chistes de Santi; de las groserías de Jorge; de las calentorras de Tania y Olga. (Un poco desvergonzadas, pero, llegado el momento sabían decirle a los chicos: "Oye, nene, qué te estás pasando". Más cohibidas eran Merchi y Rut. Ah, y un servidor que aún no me he presentado. Me llamo Ramón. Todo iba sobre ruedas; era media noche, las chicas ya se habían marchado. Uno de nosotros anunció al resto que ya iba siendo hora de marchar. Pero, Santi intervino diciendo que antes teníamos que "tirarle de las orejas": ¡Cumplía diecisiete años! Así que diecisiete tirones de orejas. Sin embargo, Carlos pensó que mejor que el aburrido "tirón de orejas" porque no hacerle cosquillas hasta que se parta de risa. Laura contestó que no; que eso no. Pero no pudo parar la avalancha de manos y dedos que hundieron en su frágil cuerpo. Que lo cosquillearon hasta el desmayo. Porque eso fue lo que ocurrió: Laura no pudo reírse más y cayó desmayada.
    Nos apartamos, aunque Carlos se acercó a ella, empezó a manosearla, le quitó los pantalones, las bragas y la violó. Y nosotros ¿Qué hicimos? Nos quedamos mirando estupefactos el grotesco espectáculo. Nos sentíamos todos tan culpables que decidí cortar de raíz el estado casi catatónico en que nos había sumido lo sucedido. Les dije que teníamos que ir a comisaría y confesar nuestros delitos.

    ResponderEliminar
  11. Psicoanálisis y deseo de escribir.


    Una reflexión.


    Además de que escribir es para mí un modo de vivir, soy también psicoanalista de (orientación lacaniana). -Recomiendo el blog liter-a-tulia a todos aquellos interesados en la literatura-. Después de esta pequeña digresión continuo. Si me preguntáis cual es la función de un psicoanalista, es decir, como opera diré que se ocupa de escuchar (no de cualquier manera) al sujeto del inconsciente a diferencia del psicólogo o del psiquiatra que se ocupan del campo de la conciencia y de objetivar al paciente hasta el punto de hacerlo prescindible. Les basta una serie de test, un manual de clasificaciones y si es psiquiatra una prescripción psicofarmacológica. Que no cabe duda que en momentos de angustias severas es además necesaria, pero que no debe ser nunca un fin en sí misma ya que las consecuencias serían la cronificación del malestar subjetivo. Algo así como decirle al sujeto:"con usted ya no hay nada que hacer". Te quitan la ilusión y la esperanza de un cambio en tu modo de vida y eso es aterrador. No poder vislumbrar más allá del inquietante psicofármaco.
    Dentro del mundo del arte en general y de los escritores en particular hay un prejuicio bastante extendido: el de pensar que hacer un psicoanálisis te arrebataría tus habilidades artísticas. Sin embargo, es todo lo contrario. Un psicoanálisis te va a permitir encontrar tu deseo más singular; que si hay inhibiciones estas no paralicen el acto de escribir; si hay culpa que esta pueda ser alojada en el lugar que le corresponde y que escribir no represente una mortificación si no más bien un disfrute, un placer. Un placer que no es sin cierta tensión. Por lo demás necesaria para que el acto de escribir no desfallezca. Por mi parte sólo decir que mi deseo de escribir y hacer de este deseo un modo de vivir nació por el encuentro con un psicoanalista. Gracias.

    ResponderEliminar
  12. Publicado tu relato, Un baile, Literuxío. Gracias por compartir esa ruta por los excesos y sus atroces consecuencias. Tan impactante como real.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esperemos que no tan real. Un voto de confianza a la humanidad.

      Eliminar
  13. Un cadro familiar.


    Ela atendendo a súa filla; a miña filla xogando coa súa filla; a súa nai na cociña, e eu no soportal ollando a escena. O resultado, para a miña sorpresa, era un cadro familiar. Tiven unha sensación estraña; eu sentía que aquel cadro era o segredo máis íntimo que nunca contara a ninguén; nin sequera a min mesmo.

    ResponderEliminar
  14. Actualizados los relatos de Literuxío. Gracias por seguir ahí, al pie del cañón, ofreciéndonos esos retazos del complejo universo que vas trazando.

    ResponderEliminar

¡Gracias por participar!