El señor Stioppa siempre pedía la misma canción: Alaverdi. Y, no, no tiene nada que ver con el compositor de Aida, sino que es el nombre de una ciudad armenia, cercanísima a Georgia. Sí, sí, mucha geografía, pero, ¿y la canción? Pues sin noticias en Youtube, así que nos quedamos con las ganas. Si hay algún armenio entre la audiencia y se anima a tarareárnosla...
Porfirio Rubirosa tocaba: El reloj y, sobre todo, Tú me acostumbraste. Aquí, con doña Pradera.
Waldo Blunt empezó su recital interpretando al piano Sur les quais du vieux Paris, y lo concluyó con dos peticiones, Sag warum, pedida por la ardorosa joven del bar, y, por último, nuestro amigo Guy solicita Que reste-t-il de nos amours, aunque no está muy claro si llega a terminar la pieza o no:
Tocaba aquella melodía con una lentitud curiosa y ésta parecía laxa, encenagada en un pantano del que a las notas les costaba trabajo desprenderse. De vez en cuando, dejaba de tocar, como un caminante agotado que se tambalease. Miró el reloj, se levantó de repente, nos saludó con una inclinación de la cabeza y dijo:
—Caballeros, son las nueve. Buenas noches.
La primera, con todas sus letritas, por la delicadísima Lucienne Delyle:
La segunda, cosa curiosa, está en alemán, fue popularizada por el francés Camilo Felden.
Lo de "Sag warum" viene a significar "Di, ¿por qué?", y, sí, es una cosa de mucho amor sobre una chica malvada que abandonó al pobre galán. Un tipo curioso, Felden, trabajó como traductor para los nazis, pero también para los Beatles.
La segunda, melancolía a cucharadas, con el señor Charles Trenet, llamado el padre de la canción francesa -la madre, al parecer, es desconoocida.
De todas, ¿cuál es vuestra canción preferida?
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