
-Sé que este regalo no es digno de vuestro rango -dijo el monje-. Lo he traído para vuestra hija, para desearle felicidad y larga vida.
Como el magistrado tenía una hija que ese día cumplía siete años y estaba precisamente pensando qué regalo de cumpleaños podría hacerle, acepto con este fin el arbolito.
A la hija le gustó mucho el naranjo. Lo colocó en su habitación y desde ese día lo cuido con primor.
Cuando terminó el plazo de destino de su padre, el árbol había crecido

-No te preocupes, niña. Nos vamos por muy poco tiempo. En seguida volveremos -mintió una criada para convencerla.
La muchachita lo creyó. Pero como tenían miedo de que alguien fuera a llevarse la maceta con árbol y todo durante su ausencia, pidió a la criada que lo plantase al lado de las escaleras. La criada así lo hizo, y la niña partió contenta con sus padres.
Transcurrieron varios años. Liu Gong casó a su hija con un letrado de

Pero al llegar a su punto de destino quedo asombrada al ver que el árbol era tan grande que su tronco apenas podía ser abarcado por diez personas con los brazos extendidos, y se maravilló aun más al observar la enorme cantidad de naranjas que colgaban de sus ramas. Preguntó a los funcionarios del lugar la causa de aquel portento.
-¡No nos lo explicamos! -le respondieron-. El árbol no ha parado de crecer desde que se fue el magistrado Liu Gong, pero nunca ha dado frutos. Esta es la primera vez que los da.
Durante los tres primeros años que estuvo allí destinado su marido, el naranjo no dejo de dar frutos. Pero al cuarto año no le salió ni una flor.
-Creo que nos queda poco tiempo de estar aquí -le dijo la mujer al magistrado.
Al llegar el otoño, el marido fue destituido de su cargo.
En Cuentos de Liao Zhai, Alianza Editorial, 2004
Qué etéreos son estos orientales, oye. Una no sabe si enternecerse, buscar algo mágico y sublime, o quedarse como estaba ;)
ResponderEliminarComo diría el viejo Shakespeare, no temáis la grandeza. Pues eso, siempre es mejar buscar lo sublime. Otra cosa es encontrarlo, claro. :p
Eliminarestos cuentos siempre dejan intranquila, ¿no?
ResponderEliminarLo suscribo, sipi. ¡Gracias por compartirlo"
EliminarPreciosa la fusión entre la vida del árbol y la de esta niña-mujer. Me encantaría tener una planta con la que me identificara tanto
ResponderEliminarMª José
¿Una planta horóscopo? ¡Qué miedo!, ¿no?
EliminarTodo depende de las habilidades del arbolito: si predice los resultados en la quiniela, lo queremos. Pero si va a ser solo en plan cenizo, entonces no nos interesa. La pregunta es, ¿estarían buenas esas naranjas?
EliminarA memoria das árbores (Xosé A. Neira Cruz)
EliminarCando Tano naceu, seu pai plantou no xardín a semente dunha árbore.
-É unha árbore tropical. Chámase Baobab. Ha medrar canda ti. Será coma un irmán teu.
Tano estaba adurmiñado no colo de súa nai e, daquela, non entendeu o que seu pai lle dicía. Aínda era moi pequeno.
Pero a medida que foron pasando os anos, Tano empezou a comprender. Porque aquela árbore medrou e medrou. E tanto medrou que, de contado, lle pasou en altura mesmo aos pais. Foi así como Baobab se converteu no irmán maior de Tano.
Cando Tano cumpriu cinco anos...
soprendente
ResponderEliminarEspero que positivamente. ;)
EliminarAnónimo dixo... La pregunta es, ¿estarían buenas esas naranjas?.
ResponderEliminarVexamos, segundo Carlos Casares, As laranxas máis laranxas de todas as laranxas, nacen dun limoeiro e estoupan. Coido que nin esas, nin as de Songling, han estar moi boas.