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Barcas de remos en la playa |
Esa es la historia romántica... que no es necesariamente cierta. La realidad fue un tanto distinta, pero situemos el contexto. Estamos en mayo del 1940 y los alemanes se están paseando por Europa. El general Gort, un militar de carrera que no contaba con ningún
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El general Gort un tanto seriote |
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El orden fue fundamental para el éxito |
Nunca una retirada fue tan dulce: en Gran Bretaña se habló del Milagro de Dunkerque y los ánimos patrióticos se dispararon. Si los panzers hubieran seguido su avance hasta las últimas posiciones probablemente el resultado de la guerra hubiera sido distinto.
¿Y los barquitos? Vale, sí, en las últimas jornadas algunos se apuntaron, con modestos resultados, el gran contingente de soldados viajó en buques mercantes que habían sido requisados por la marina británica, ya que la operación fue secreta. Aunque, por
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Cascos británicos abandonados |
Dunkerque o cómo convertir un desastre en un triunfo.
Tenía yo entendido que la historia "son las mentiras de los vencedores".
ResponderEliminarTenía yo entendido que los alemanes habían perdido esa guerra.
No sé, pues me parece que salen bastante bien parados de esta historia de la historia, ¿no?
Pero claro, parémonos a pensar un poco en el enigma, si lo hacemos tenemos bastantes probabilidades de encontrarle una solución aceptable para uno mismo*. Yo ya tengo la mía: la hª "es tb los autoengaños de los derrotados". ¡Y tan feliz me quedo!
Y como último engañoso hilo asesino en esta enmarañada tela de araña en la que os acabo de enredar, y volviendo a plagiar a Barnes: "La hª es la certeza obtenida en el punto en que las imperfecciones de la memoria topan con las deficiencias de la documentación".
Ahí queda eso! "A roelo"
Muy pertinente tu comentario, Marta, ¡gracias!
ResponderEliminarNo sé si bien o mal, pero parados sí que salen los alemanes, que es indudable que detuvieron el avance, quizá por un error de cálculo. En cualquier caso, apenas tres semanas después Francia firmaba el armisticio y Vichy bebía las aguas por Berlín.
Según cuenta ese premio Nobel de literatura llamado Churchill, la decisión más dura que tuvo que tomar durante toda la guerra tuvo lugar unos pocos días después: ordenó destruir la flota francesa anclada en Mazalquivir, Argelia. Estratégicamente, fue una gran determinación, pero si lo vemos desde un punto estrictamente de las alianzas, es curiosa la estampa: ¡hundes los barcos que aquellos a los que acudiste a socorrer!