Prohibido a los gatos V

Barcas de remos en la playa
  "Winnie necesita barcos." La noticia saltó en la radio y los periódicos, el internet de la época, y la respuesta fue inmediata: todo aquel que tenía a su disposición un barco, ya fuera un barco de pesca, un humilde bote, o un yate de lujo, lo puso proa a Dunkerque para rescatar a las tropas británicas encalladas en sus playas. Por ejemplo, cierto par de caballeros, que volvían de una noche loca de cabaret, ni siquiera se cambiaron sus esmóquines, directamente se subieron a una chalupa y partieron al rescate de los hombres que cupieran en su frágil esquife.

  Esa es la historia romántica... que no es necesariamente cierta. La realidad fue un tanto distinta, pero situemos el contexto. Estamos en mayo del 1940 y los alemanes se están paseando por Europa. El general Gort, un militar de carrera que no contaba con ningún
El general Gort un tanto seriote
mérito bélico, toma una arriesgada decisión que en principio contradice los planes los planes de sus superiores, vista la abrumadora superioridad germana inicia el repliegue de las tropas. Los alemanes, dirigidos por von Rusdstedt, toman una decisión sorprendente: detienen el avance sobre las posiciones británicas que se refugian en Dunkerque. Se ha especulado mucho sobre los motivos de tan extraña conducta; probablemente fue un gesto de Hitler con Gran Bretaña, que no deseaba en ese momento un conflicto con ellos. Sea como sea, las fuerzas aéreas alemanas, la  Luftwaffe, bombardearon el puerto, dejando al ejército en la playa. Un dispositivo del Almirantazgo se
El orden fue fundamental para el éxito
pone en marcha, la operación Dinamo, con la idea de rescatar unos 50.000 hombres. Finalmente, se consiguió embarcar a 215.787 soldados británicos y 123.095 franceses, estos últimos por petición expresa de Churchill, recién elegido primer ministro, que quería de esa manera congratularse con los galos, que no andaban muy contentos ellos con la actitud de sus aliados, a los que acusaban de haberles dejado en la estacada.

  Nunca una retirada fue tan dulce: en Gran Bretaña se habló del Milagro de Dunkerque y los ánimos patrióticos se dispararon. Si los panzers hubieran seguido su avance hasta las últimas posiciones probablemente el resultado de la guerra hubiera sido distinto.

  ¿Y los barquitos? Vale, sí, en las últimas jornadas algunos se apuntaron, con modestos resultados, el gran contingente de soldados viajó en buques mercantes que habían sido requisados por la marina británica, ya que la operación fue secreta. Aunque, por
Cascos británicos abandonados
supuesto, los ejemplos de coraje civil siempre son interesantes para el ánimo de los pueblos en guerra.
  
Dunkerque o cómo convertir un desastre en un triunfo.   


2 comentarios:

  1. Tenía yo entendido que la historia "son las mentiras de los vencedores".
    Tenía yo entendido que los alemanes habían perdido esa guerra.

    No sé, pues me parece que salen bastante bien parados de esta historia de la historia, ¿no?

    Pero claro, parémonos a pensar un poco en el enigma, si lo hacemos tenemos bastantes probabilidades de encontrarle una solución aceptable para uno mismo*. Yo ya tengo la mía: la hª "es tb los autoengaños de los derrotados". ¡Y tan feliz me quedo!

    Y como último engañoso hilo asesino en esta enmarañada tela de araña en la que os acabo de enredar, y volviendo a plagiar a Barnes: "La hª es la certeza obtenida en el punto en que las imperfecciones de la memoria topan con las deficiencias de la documentación".

    Ahí queda eso! "A roelo"


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  2. Muy pertinente tu comentario, Marta, ¡gracias!

    No sé si bien o mal, pero parados sí que salen los alemanes, que es indudable que detuvieron el avance, quizá por un error de cálculo. En cualquier caso, apenas tres semanas después Francia firmaba el armisticio y Vichy bebía las aguas por Berlín.

    Según cuenta ese premio Nobel de literatura llamado Churchill, la decisión más dura que tuvo que tomar durante toda la guerra tuvo lugar unos pocos días después: ordenó destruir la flota francesa anclada en Mazalquivir, Argelia. Estratégicamente, fue una gran determinación, pero si lo vemos desde un punto estrictamente de las alianzas, es curiosa la estampa: ¡hundes los barcos que aquellos a los que acudiste a socorrer!

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